Planeta Parásitos


OTRO MUNDO by Bacteria
31 agosto 2009, 15:20
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INDISPENSABLE, CAMBIO TECNOLÓGICO Y AHORRO ENERGÉTICO

Pablo Mulás, director ejecutivo del Consejo Mundial de Energía, capítulo México, dijo que la sustentabilidad tiene aspectos físicos que tienen que ver con el ambiente, pero también sociales y económicos.

Pablo Mulás, director ejecutivo del Consejo Mundial de Energía, capítulo México

  • Representa un costo del uno a tres por ciento del PIB del planeta, afirmó el Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina-Pasquel Henríquez
  • Naciones en vías de desarrollo son ejemplo de disparidad social; grupos poblacionales consumen 20 ó 30 veces más energía de lo necesario para una vida confortable, señaló Adrián Fernández Bremauntz, de la Semarnat
  • De los recursos primarios que se extraen de la naturaleza, se usa menos del 40 por ciento de su energía, el resto se pierde en la trayectoria, dijo Pablo Mulás del Pozo, del Consejo Mundial de Energía, capítulo México

Existen estudios serios que indican el potencial de los países emergentes para mejorar sus economías, y de los desarrollados para continuar con su nivel de vida, pero con uso de nuevas tecnologías y ahorro energético. El costo de esos cambios es relativamente modesto, de uno o hasta tres por ciento del PIB del planeta, afirmó en la UNAM el Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina-Pasquel Henríquez.

Es claro que el costo de no tomar acciones en torno al tema sería mucho mayor, sostuvo el miembro del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del presidente de EU.

Al participar en la mesa redonda ¿Luz o sombra? El futuro de la energía, dijo que parte de la solución del problema tiene que ser un aumento en el costo de la energía que contamina al planeta, responsable por emisiones.

La discrepancia entre los niveles de vida de los habitantes del orbe es enorme, lo mismo que el reto para lograr que tres cuartas partes de la población en países en desarrollo tengan uno aceptable; pero eso no será posible “copiando el desarrollo económico que hemos tenido en el pasado”, sentenció el científico.

El también presidente del Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente, manifestó su optimismo: “tenemos tecnologías para hacer los cambios profundos que se necesitan. Es un reto enorme para al sociedad hacerlos, pero no podemos esperar otra generación”.

Gran parte de la energía que se consume no es sustentable, y uno de los graves problemas que enfrenta el planeta es el cambio climático, resultado del uso de combustibles fósiles. “Eso implica que se acabará el petróleo y, mucho antes, la atmósfera”.

La utilización de la energía nuclear o eólica es sólo una parte, porque este problema requiere una solución integral, sentenció en la Biblioteca Mexicana de la Fundación Miguel Alemán.

En la mesa, organizada por la Asociación de los Amigos del Instituto Weizmann, Adrián Fernández Bremauntz, presidente del Instituto Nacional de Ecología de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, mencionó que en muchas sociedades se hace un uso diferente de los recursos, especialmente de la energía, donde el promedio por habitante es menor, mediante la aplicación de tecnologías disponibles hace mucho tiempo pero, sobre todo, valorando la conservación del entorno.

Naciones en vías de desarrollo como México, Brasil o India, son ejemplo de disparidades sociales al interior, donde grupos de población tienen un consumo energético 20 ó 30 veces mayor de lo necesario para llevar una vida confortable.

Eso significa que se requiere capitalizar las tecnologías existentes, pero sobre todo un cambio de paradigma, para reducir el impacto humano en el ambiente.

Se debe lograr que las sociedades sean más eficientes, que usen menos energía por unidad de producción e individuo, y para que la que se produzca se obtenga de manera sustentable, añadió Fernández Bremauntz.

En torno a las fuentes renovables como la solar y eólica, ha habido un avance considerable y se ha optimizado su manejo. La segunda, señaló, es competitiva con las fósiles, a las que se favorece porque parecen ser más baratas, pero no incluyen costos como el impacto a la salud o el cambio climático, finalizó.

A su vez, Pablo Mulás del Pozo, director ejecutivo del Consejo Mundial de Energía, capítulo México, dijo que el concepto de sustentabilidad tiene aspectos físicos que tienen que ver con el ambiente, pero también sociales y económicos. Significa que se deben utilizar los recursos y los procesos más eficaces para satisfacer las necesidades de la población.

En la actualidad, recordó, hay más de mil 600 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a energías comerciales. Se estima que para el 2020 serán más de dos mil millones en esas condiciones, aunque la población en general debería disponer de satisfactores que hagan su vida razonablemente adecuada. Continuar en la trayectoria actual de consumo energético sería un desastre, sentenció.

De los recursos primarios que se extraen de la naturaleza, abundó, se usa menos de 40 por ciento de la energía que contienen, el resto se va en pérdidas a lo largo de la trayectoria, expuso Mulás.

En el futuro, no sólo se incrementará la demanda eléctrica, se enfrentará también el “envejecimiento” de la infraestructura, que deberá ser reemplazada.

Por ello, se requiere el uso de alternativas como la energía solar; México es uno de los países que más la utiliza, pero no se contabiliza. Así ocurre, por ejemplo, con más de medio millón de metros cuadrados de calentadores solares de agua.

Por último, David Cahen, director científico de la Iniciativa de Investigación en Energía Alternativa Sustentable del Instituto Weizmann de Ciencias, indicó que el planeta requiere en conjunto 14.5 terawatts (un terawatt equivale a un billón de watts). En 40 años, esa cifra se incrementará, por lo menos, al doble o triple.

Hoy, los más de seis mil millones de personas en el orbe no viven de manera sustentable ni se considera a las siguientes generaciones. “Vivimos como si fuéramos los últimos en habitar el planeta”. No obstante, existe una responsabilidad general de hacer lo posible para asegurar la existencia en el futuro, concluyó el científico israelita.

Gran parte de la energía que se consume no es sustentable, y uno de los problemas que enfrenta el planeta es el cambio climático, resultado del uso de combustibles fósiles, señaló Mario Molina, premio Nobel de Química 1995.

Gran parte de la energía que se consume no es sustentable, señaló Mario Molina, premio Nobel de Química 1995.




El petróleo, mejor bajo tierra by Bacteria
27 agosto 2009, 16:45
Filed under: Calentamiento Global
Gustavo Duch
Público
Coincidencia número uno: comencé a preparar este artículo mientras los señores del G-8 proclamaban solemnemente nuevos compromisos para enfrentarse al cambio climático. Suponiendo que esta vez vaya en serio, ¿se les ha ocurrido cómo hacerlo, tienen un plan B al modelo energético actual? Coincidencia número dos: hace un mes, en este periódico Pere Rusiñol escribía un excelente reportaje sobre el boom petrolero en Guinea Ecuatorial. ¿Necesitamos más evidencias para cuestionar un modelo de desarrollo extractivista de un recurso finito y con tanta injusticia ecosocial en su mochila? Digo coincidencias porque el motivo de este escrito es reflexionar precisamente sobre una creativa, valiente y muy valiosa iniciativa que enfoca ambas cuestiones desde un nuevo paradigma que, en mi opinión, debemos tener muy presente.
Algo tan sorprendente como la propuesta ecuatoriana (parece que en Nigeria se estudia una propuesta similar) de conservar el petróleo en el subsuelo. Sí, han leído bien, dejar bajo tierra el crudo que podría reportar miles de millones a un país con tantas necesidades como Ecuador. Una opción ecológica muy razonable para reemplazar el modelo eco-ilógico impuesto bajo el paradigma del libre mercado y del crecimiento ilimitado.

Se trata de la Iniciativa ITT Yasuní, declarada política oficial del Gobierno de Correa en junio de 2007, que defiende la idea de no explotar las reservas de petróleo existentes en el área Ishpingo Tambococha Tiputini –en el Amazonas del Ecuador–, donde se localiza el Parque Nacional del Yasuní de enorme valor en biodiversidad –valor ecológico frente a valor monetario–, pues es una de las regiones de bosque tropical del mundo más rica en especies. Se calcula que sólo dentro de una hectárea del Yasuní se encuentran 644 especies de árboles, tantas como especies de árboles nativos existen en toda América del Norte. La idea inicial se remonta a 1997, cuando la organización ecuatoriana Acción Ecológica planteó una moratoria de extracción de petróleo en zonas frágiles amazónicas con el fin de evitar la producción de CO2 al quemar ese petróleo.

La idea fue retomada por Alberto Acosta cuando fue ministro de Energía con Correa y ahora es impulsada por un fuerte equipo coordinado por el canciller de Exteriores, Fander Falconi, Doctor en Ciencias Ambientales y Economía Ecológica en la Universidad Autónoma de Barcelona. Algo de todo esto tendrá entonces que ver con el catedrático Joan Martínez Alier, impulsor del ecologismo político en España y América Latina. En los próximos años todas las sociedades del Planeta tendrán que haberse acomodado a una nueva realidad sin petróleo, por lo que asumirlo cuanto antes nos hará estar mejor preparados. Por un lado, redirigiendo las inversiones petroleras a un desarrollo sostenible y apropiado a las necesidades de cada región (no a las de la familia de Obiang, por ejemplo). Y por otro, pudiendo evitar desde ya todos los efectos negativos que sabemos trae consigo la explotación de este recurso. Son las llamadas externalidades. A nivel local, sobretodo en países empobrecidos como es el caso de Ecuador, Guinea o Nigeria, la explotación petrolera supone contaminación, deforestación, pérdidas de la productividad de las economías de autosustento practicadas por las comunidades locales (algunas de ellas en aislamiento voluntario), expulsión de comunidades campesinas y la desaparición completa de algunas culturas y lenguas indígenas. Y a nivel global, el calentamiento del clima y todos sus derivadas.

La cuadratura de este círculo sí es posible. Aunque los cálculos numéricos son difíciles de hacer (variabilidad del precio del petróleo en los años que dure la extracción, por ejemplo) una cifra orientativa calculada por expertos en el tema nos dice que el Estado ecuatoriano obtendría 5.000 millones de dólares de ingresos por la extracción y comercialización de las reservas de los 846 millones de barriles de petróleo que guarda el subsuelo de Yasuní. Pero tenemos que restar. Primero descontar unos 1.300 millones de dólares equivalentes a los costes de las externalidades antes mencionadas que se producen a nivel local y que se pueden calcular, por ejemplo las pérdidas por la contaminación de tierras y ríos. (Ciertamente, no se puede calcular los costes de la desaparición de una cultura, de unas especies animales o vegetales). Y posteriormente rebajar unos 1.700 millones más por los costes para todo el Planeta de las emisiones de CO2 que se provocarían. Es decir, al final el “beneficio monetario” de sacar el petróleo a la superficie para nuestro Planeta sería de unos 2.000 millones de dólares. Y esa cifra es la que Ecuador solicita a la comunidad internacional. Ecuador deja de ingresar 5.000 millones si el resto del mundo se compromete solidariamente a aportar 2.000 millones.

Ecuador obtendría 2.000 millones de dólares –sin perjudicar a sus comunidades y a su naturaleza–, que se compromete a dedicar a proyectos sostenibles para mejorar la agricultura local, la pesca artesanal, desarrollar energías renovables, etc. Y el resto del mundo invierte el dinero que gastaríamos en combatir el cambio climático asegurándonos que se mantiene Yasuní, con todas sus culturas, con toda su biodiversidad, capturando CO2 y produciendo vida, para hoy y para mañana. Todos ganamos. Coincidencia número tres: ya tenemos el primer aporte proYasuní. El Gobierno federal de Alemania está decidido a apoyar el fondo fiduciario de la Iniciativa ITT-Yasuní con 50 millones de dólares anuales en los siguientes años. ¿Seguimos? Un futuro mejor y sin petróleo es posible.

Gustavo Duch es Ex director de Veterinarios Sin Fronteras y colaborador de la Universidad Rural Paulo Freire